La Intersección de Cultura y Naturaleza

El origen del nombre de “Ardabil” es objeto de debate; según ciertas fuentes, el nombre derivó de “Artavil”, que significa ciudad santa, en tanto que otras afirman que provino de “Arata”, una antigua ciudad de los elamitas. La historia de Ardabil está indisolublemente unida a la vida de un gran jeque conocido como Jeque Safi-ed Din Ardabili, un reputado místico del Islam, cuyos descendientes se hicieron con el poder en Irán y establecieron la dinastía Safávida (1501-1736). El Sha Ismail, fundador de la dinastía safávida, estaba relacionado con los griegos a través de su madre, Marta, cuya tumba está junto a la del Sha Ismail, en el conjunto del Jeque Safi-ed Din Ardabili, un sitio declarado patrimonio mundial de la UNESCO. El magnífico complejo del Jeque Safi-ed Din ha fascinado a un gran número de viajeros europeos. “Después de La Meca, y de las tumbas del Imam Ali y del Imam Husáin, los cuales son imanes musulmanes Chiitas, el mausoleo del Jeque Safi-ed Din es el lugar más sagrado para los peregrinos persas, donde ningún vino se produce,” como afirmaba el viajero italiano Pietro Della Valle, que viajó a Irán durante el reinado del Sha Abbas el Grande. El viajero alemán Johan Albrecht de Mandelslo relata de una manera muy emocionante: “Durante la visita al mausoleo del Jeque Safi-ed Din uno se siente como si los ángeles estuvieran solo unos pasos detrás de ti, y se diría que las paredes estuvieran plantadas con rosas.»

Ardabil

El origen del nombre de “Ardabil” es objeto de debate; según ciertas fuentes, el nombre derivó de “Artavil”, que significa ciudad santa, en tanto que otras afirman que provino de “Arata”, una antigua ciudad de los elamitas. La historia de Ardabil está indisolublemente unida a la vida de un gran jeque conocido como Jeque Safi-ed Din Ardabili, un reputado místico del Islam, cuyos descendientes se hicieron con el poder en Irán y establecieron la dinastía Safávida (1501-1736). El Sha Ismail, fundador de la dinastía safávida, estaba relacionado con los griegos a través de su madre, Marta, cuya tumba está junto a la del Sha Ismail, en el conjunto del Jeque Safi-ed Din Ardabili, un sitio declarado patrimonio mundial de la UNESCO. El magnífico complejo del Jeque Safi-ed Din ha fascinado a un gran número de viajeros europeos. “Después de La Meca, y de las tumbas del Imam Ali y del Imam Husáin, los cuales son imanes musulmanes Chiitas, el mausoleo del Jeque Safi-ed Din es el lugar más sagrado para los peregrinos persas, donde ningún vino se produce,” como afirmaba el viajero italiano Pietro Della Valle, que viajó a Irán durante el reinado del Sha Abbas el Grande. El viajero alemán Johan Albrecht de Mandelslo relata de una manera muy emocionante: “Durante la visita al mausoleo del Jeque Safi-ed Din uno se siente como si los ángeles estuvieran solo unos pasos detrás de ti, y se diría que las paredes estuvieran plantadas con rosas.»

Ardabil

El origen del nombre de “Ardabil” es objeto de debate; según ciertas fuentes, el nombre derivó de “Artavil”, que significa ciudad santa, en tanto que otras afirman que provino de “Arata”, una antigua ciudad de los elamitas. La historia de Ardabil está indisolublemente unida a la vida de un gran jeque conocido como Jeque Safi-ed Din Ardabili, un reputado místico del Islam, cuyos descendientes se hicieron con el poder en Irán y establecieron la dinastía Safávida (1501-1736). El Sha Ismail, fundador de la dinastía safávida, estaba relacionado con los griegos a través de su madre, Marta, cuya tumba está junto a la del Sha Ismail, en el conjunto del Jeque Safi-ed Din Ardabili, un sitio declarado patrimonio mundial de la UNESCO. El magnífico complejo del Jeque Safi-ed Din ha fascinado a un gran número de viajeros europeos. “Después de La Meca, y de las tumbas del Imam Ali y del Imam Husáin, los cuales son imanes musulmanes Chiitas, el mausoleo del Jeque Safi-ed Din es el lugar más sagrado para los peregrinos persas, donde ningún vino se produce,” como afirmaba el viajero italiano Pietro Della Valle, que viajó a Irán durante el reinado del Sha Abbas el Grande. El viajero alemán Johan Albrecht de Mandelslo relata de una manera muy emocionante: “Durante la visita al mausoleo del Jeque Safi-ed Din uno se siente como si los ángeles estuvieran solo unos pasos detrás de ti, y se diría que las paredes estuvieran plantadas con rosas.»

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